ARTIFICIOS DE ARTE CONCEPTUAL
[CRÍTICA A LA EXPOSICIÓN BIENALSUR, 2023]
En 1969, Joseph Kosuth escribe su manifiesto donde suscribe que sus obras son la búsqueda para explorar la naturaleza del arte y conducirlo a su desmaterialización. El artista estadounidense, que propuso ‘Una y tres sillas’, explora el código objetual, el visual y el verbal; es decir: el referente, la representación y el lenguaje. Evidentemente, la propuesta de Kosuth se enmarca en la filosofía del lenguaje, donde hay un puente transitable entre el significante y el significado del signo ‘Silla’.
Un año después, al manifiesto de Kosuth, el filósofo francés Jean-Fancois Lyotard publicaba su célebre libro titulado ‘La condición postmoderna’, en 1970. En este ensayo, Lyotard establece que los grandes hechos históricos (La religión, La Ilustración, El marxismo, La modernidad, por citar algunos) eran solamente metarrelatos. Al plantear que todo es un relato de la realidad, Lyotard con un escepticismo radical, sentencia que no podemos conocer las cosas de la realidad, pues tenemos conocimientos limitados. Por tanto, lo único que podemos hacer es interpretarlos.

El postulado de Kosuth con el escepticismo radical de Lyotard fueron el sustento teórico para el arte conceptual. Las obras ya no necesitan demostrar el dominio de la técnica y tampoco son poseedoras de la belleza excelsa. Al contrario, lo que deben significar y representar es el concepto, la idea misma de la obra. Si bien el arte conceptual se sustenta en esta estructura relativista y postmoderna; ello no quiere decir que esté por encima del análisis crítico. Mucho menos la exposición de BienalSur 2023 que se encuentra en el MNA.
Con la temática de Arquitectura y Ecología del Festejo tenemos “especulaciones de obras conceptuales” de Christian Alarcón, Rodrigo Alarcón, Ricardo Castes, Ivanova Gutiérrez, Aldair Indra, Diana Pereyra, Galo Coca, Edo Versalovic y Sharon Mercado (Bolivia); Berna Reale (Brazil), Tina Willgren (Suecia).
Los tres conceptos trabajados por este grupo de artistas, bajo la curaduría de la boliviana María Teresa Rojas y el argentino Fernando Farina, carecen de una unidad narrativa y propositiva. Los objetos están pésimamente montados y parece una muestra improvisada, puesto que no hay fichas curatoriales en algunas obras y los videos no tienen sonido. Asimismo, si el objetivo de la muestra era crear un diálogo de múltiples miradas, todas ellas son faltas de una polifonía. En otras palabras, el texto curatorial empuja a crear una propuesta que no se observa en la realidad, pues
“el punto de partida es un conjunto de trabajos de artistas que militan el festejo porque lo entienden como un modo de habitar, con su propia arquitectura y ecología enfocada en el goce y la embriaguez colectiva. Al mismo tiempo, saben que puede ser un espacio utópico y de resistencia, pero también de colonización y de violencia.”
(BienalSur, Texto Curatorial, septiembre, 2023).
En otras palabras, las obras pueden estar en un espacio o en otro; pero, desde un punto de vista crítico, también pueden no estar ni en el festejo, ni en la arquitectura y mucho menos en la ecología. No hay, en consecuencia, por parte de los artificios de arte conceptual que se exponen en el MNA, una reflexión que ahonde la problemática de la fiesta y que ensanche la mirada del espectador para contemplar su arquitectura y ecología.
Galo Coca sigue presentando las cajas de botellas de los años 2000 y su narcicismo ególatra en piscinas de cerveza, Rodrigo Alarcon con sus fotos e instalaciones (las cuales no están señaladas) no convocan a replantearnos nada; ni siquiera si lo que hace es fotografía. Las maderas, con un banner colocado en la parte superior y sostenido con cinta adhesiva, parece un montaje del personal de limpieza del museo. Asimismo, las bolsas de jugo de frutas colgadas a la que se pudo. La instalación de Diana Pereyra con el título de ‘instrucciones para la fiesta’ es un vano intento de provocar una refracción autocrítica. After Hours de la sueca Tina Willgren es un simulacro de una fiesta rave en un mundo pesimamente creado por un jugador de Roblox. Además, que la obra fue generada para otro contexto (véase la siguiente entrada: https://videoartes.org/tina-willgren-sweden/ ). En el caso de la artista brasileña Berna Reale le falto la música para apreciar el video, pero ya podemos imaginarnos de lo que se trata la obra, pues es la crítica hacia los poderosos que destruyen el mundo mientras el pueblo sufrido recoge los escombros de la basura.
Para finalizar, tenemos el videoarte de Aladir Indra de 2014, con Cartel Central (Sábados Populares), donde un personaje baila. Por último, tenemos dos instalaciones en la parte del fondo que no tienen ninguna relación con la fiesta, pues una se encasilla más a un arte desacralizado y el otro a la reproducción de un baño público.
En suma, el arte conceptual boliviano en su gran mayoría carece de una reflexión de su hacer y de su creación. El círculo de artistas conceptuales, además, se vuelve en una élite que solamente ellos tienen el poder de revelarnos los secretos sacros de sus obras, así como si fuera una piedra filosofal o un mensaje encriptado. En otras palabras, los artistas conceptuales en Bolivia están lejos de alcanzar las propuestas de Kosuth o Cattelan, por citar algunos.

















