LOS VICEPRESIDENTES

PRIMER PARTE: UNA REVISIÓN HISTÓRICA

La historia del cargo de Vicepresidente en Bolivia es particularmente compleja y significativa. Aunque este puesto tiene un valor institucional clave, su rol ha variado notablemente a lo largo del tiempo. En términos formales, el Vicepresidente cumple una función fundamental como nexo entre el Órgano Ejecutivo y la Asamblea Legislativa Plurinacional, actuando como una suerte de director de orquesta entre quienes ejecutan las leyes —es decir, quienes implementan el modelo de país mediante políticas públicas— y quienes las crean, modifican o derogan. Este vínculo es especialmente relevante si se considera la magnitud del aparato legislativo boliviano: actualmente, ambas cámaras —la de Diputados y la de Senadores— cuentan con un total de 332 miembros entre titulares y suplentes. En ese contexto, el Vicepresidente funge como puente, moderador y articulador entre dos órganos esenciales del Estado.

Desde la recuperación de la democracia en 1982, Bolivia ha transitado por cuatro grandes etapas en el ejercicio del cargo vicepresidencial, marcadas por la fragilidad institucional, la búsqueda de gobernabilidad, las crisis políticas profundas y, finalmente, por un intento de refundación estatal.

1. Transición democrática y fragilidad institucional (1982–1989)

El primer Vicepresidente tras el retorno a la democracia fue Jaime Paz Zamora, en el gobierno de Hernán Siles Suazo (1982–1984), elegido bajo la sigla de la UDP. Sin embargo, la fuerte crisis hiperinflacionaria y la pérdida de legitimidad del gobierno llevaron a Siles Suazo a renunciar y adelantar elecciones, lo que derivó en una administración de transición. Este periodo se caracterizó por la debilidad institucional, los conflictos sociales y la incapacidad del Ejecutivo para coordinar con el Legislativo.

Durante el gobierno siguiente, encabezado por Víctor Paz Estenssoro (1985–1989), el país adoptó el modelo de ajuste estructural conocido como Decreto Supremo 21060. En este contexto, se eliminó el cargo de Vicepresidente, bajo el argumento de reducir el gasto público y simplificar la estructura del Ejecutivo. Por tanto, el país funcionó sin Vicepresidencia durante todo ese periodo.

2. Pactos políticos y búsqueda de gobernabilidad (1989–2003)

A partir de 1989, se inicia una etapa en la que el rol del Vicepresidente adquiere relevancia como pieza de articulación política. En el gobierno de Jaime Paz Zamora (1989–1993), el Vicepresidente fue Luis Ossio, elegido como resultado del pacto entre el MIR y el ADN, el cual permitió consolidar una alianza que garantizara la estabilidad de gobierno. Ossio representó una vicepresidencia comprometida con las cuotas partidarias, más que con un liderazgo propio.

Le siguió Víctor Hugo Cárdenas (1993–1997), en el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada. Su nombramiento tuvo un carácter simbólico, ya que fue el primer indígena en ocupar el cargo, lo cual proyectó una imagen de inclusión dentro del discurso político. Sin embargo, su participación se limitó a la representación simbólica, sin contar con poder real de decisión dentro del Ejecutivo.

Entre 1997 y 2003, el país atravesó una etapa de inestabilidad creciente, donde dos vicepresidentes asumieron la presidencia tras las renuncias de sus mandatarios. Primero, Jorge Quiroga Ramírez (Vicepresidente entre 1997 y 2001) asumió el cargo presidencial tras la dimisión de Hugo Banzer Suárez, en una gestión marcada por el tecnocratismo y la modernización del aparato estatal. Luego, Carlos D. Mesa Gisbert, Vicepresidente entre 2002 y 2003, fue elegido junto a Sánchez de Lozada como figura de legitimación pública y mediática, aunque con escasa incidencia en las decisiones estructurales del gobierno. Su posterior ascenso a la presidencia, tras la renuncia de Goni en medio de la Guerra del Gas, evidenció que el cargo de Vicepresidente se utilizaba como pieza de recambio institucional, más que como articulador de políticas.

Durante la presidencia de Carlos Mesa (2003–2005) y el posterior gobierno transitorio de Eduardo Rodríguez Veltzé (2005–2006), el cargo de Vicepresidente volvió a quedar vacante, reforzando la imagen de un sistema político en crisis y sin cohesión institucional clara.

3. Consolidación de poder y refundación del Estado (2006–2019)

La elección de Evo Morales en 2006 marcó el inicio de un nuevo ciclo político. A su lado, el Vicepresidente Álvaro García Linera ocupó el cargo durante tres gestiones consecutivas (2006–2019), convirtiéndose en el vicepresidente más longevo de la historia democrática boliviana. Su figura fue clave en la construcción teórica e institucional del modelo del MAS, articulando tanto las reformas constitucionales como las estrategias legislativas que dieron forma al “Proceso de Cambio”.

García Linera se convirtió en el arquitecto del nuevo Estado Plurinacional, con un alto nivel de influencia en las dos cámaras legislativas —gracias a la mayoría parlamentaria— y en la producción de un discurso ideológico sólido, sustentado por redes intelectuales nacionales e internacionales. Su vicepresidencia marcó el pico máximo de poder del cargo, dotándolo de capacidad de decisión, liderazgo político e influencia doctrinaria. García Linera se convirtió en un vicepresidente con poder de decisión entre las sombras del poder presidencial de Evo Morales. No obstante, tal construcción se dio en 13 años dentro del cargo.

4. Crisis poselectoral y nueva fragmentación del poder (2019–2025)

Tras la renuncia de Morales y García Linera en noviembre de 2019, el país ingresó a un periodo de crisis poselectoral y transición institucional. Durante el gobierno interino de Jeanine Áñez, no se designó nuevo vicepresidente. Sin embargo, en la práctica, la presidencia de la Cámara de Senadores, en manos de Eva Copa, asumió un rol de equilibrio institucional clave. Copa no solo evitó la anulación de la sigla del MAS, sino que contuvo el avance unilateral del Ejecutivo y permitió la convocatoria a elecciones, posicionándose como figura central de ese periodo, aunque sin ostentar formalmente la Vicepresidencia.

Desde 2020, con el retorno del MAS al poder bajo la presidencia de Luis Arce Catacora, el cargo de Vicepresidente es ocupado por David Choquehuanca. Su gestión ha sido caracterizada por un perfil simbólico y discursivo, centrado en la promoción de ideas descolonizadoras, pero con poca incidencia real en la política pública y escasa articulación legislativa. De hecho, en este periodo, figuras como Andrónico Rodríguez, presidente del Senado, han tenido mayor protagonismo político que el propio Vicepresidente, evidenciando una reconfiguración del equilibrio de poder dentro del MAS y del Estado.

Consideraciones finales

El rol del Vicepresidente en Bolivia ha oscilado entre ser una figura decorativa, un repuesto institucional en tiempos de crisis, un puente de gobernabilidad entre partidos, y un verdadero constructor de hegemonía política, como en el caso de Álvaro García Linera. Esta variabilidad no solo responde a factores legales o constitucionales, sino sobre todo a las condiciones políticas, sociales y partidarias de cada coyuntura. Comprender esta trayectoria permite valorar que el cargo de Vicepresidente no es meramente accesorio, sino que puede transformarse —según el momento— en el centro articulador del Estado boliviano o en su testigo mudo.

Por lo mismo, es necesario analizar a los candidatos a la Vicepresidencia desde una perspectiva amplia. Tomando en cuenta las anteriores gestiones y el rol que jugará en un escenario político tan adverso como altamente conflictivo.

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