SUDACA: violencia encubierta, incoherencia crítica y aprovechamiento institucional

El arte es un motor crítico de la sociedad. Así lo demostraron los dadaistas al criticar los sistemas autoritarios que se establecían en el poder y al desmontar las posturas conservadoras de la sociedad, a inicios del siglo XX. En ese sentido, en la esfera artística neoyorquina nace Rrose Sélavy desde una propuesta de «performance travesti». Ella, cuya verdadera identidad era Marcel Duchamp, apareció en un contexto sociocultural donde las mujeres, los homosexuales y los negros aún no tenían los principales derechos [1]. La propuesta de Duchamp, como Rrose Sélavy, fue criticar a la sociedad norteamericana en sus posturas machistas, discriminatorias y homofóbicas.

Sostener en la actualidad que la comunidad LGBTI no tenga los principales derechos que gozamos todos los que no son parte de esta comunidad, es un despropósito; al igual que lo sería manifestar cualquier tipo de repudio, discriminación u homofobia. De tal manera, toda propuesta que haga avanzar la consolidación de sus derechos debería ser siempre encomiada. En consecuencia, el Museo Nacional de Arte en La Paz presentó la propuesta Sudaca de Andrés Mallo,[2] con motivo de concientizar a la población por el Día Internacional de la Lucha contra la Homofobia, la Transfobia y la Biofobia que se recuerda cada 17 de mayo.

Esta crítica, y lo manifiesto desde el principio, se concentra en señalar las falencias e incoherencias de Sudaca y del Museo Nacional de Arte, entendiendo que cumplen un servicio a la sociedad. Convengamos, además, que comprender una propuesta artística no significa justificarla, puesto que la única manera para que una sociedad y un sistema artístico mejoren es cuestionando sus puntos flacos, y no simplemente alabarlos.

Sudaca, en sí, plantea acercar al espectador hacia la comunidad LGBTI y criticar todo acto de discriminación, por un lado, y cuestionar los cánones occidentales que se impone a la sociedad, por otro. No obstante, la propuesta carece de coherencia interna cayendo en una instrumentalización de conceptos tan dispares como contradictorios. Todo esto lo podemos ver en la divergencia entre el discurso de la muestra y la propuesta.

En la exposición se podía observar instalaciones, fotografías y dos videos[3]; uno de estos dividido en tres partes. Este video comienza con un desfile de Alicia Galán, alter ego de Andrés Mallo, vestida de virgen-chola en el atrio de una iglesia; la segunda parte muestra, a Alicia peleando al aire libre en un ring, donde −de manera sencilla y simultánea− gana a dos mujeres. En la última parte, aparece aquella camino a un preste en una zona popular, convirtiéndose rápidamente en el foco de atención.

Lo paradójico de esta propuesta no es la falta de relación entre el video y la ficha descriptiva –ya que en ésta se presenta primero la violencia, el credo y la fiesta, y en aquella algo contrario–, sino en la violencia encubierta puesta como arte y en la aceptación acrítica por parte de la sociedad.

En la ficha técnica, por ejemplo, se manifiesta lo siguiente: “[El fragmento del video La violencia] representa a la trans pública [es decir, a Alicia Galán] en un encuentro de ‘Cholitas luchadoras de El Alto’, pero que desde lo privado, en su cotidiano [la cholita trans pública] es golpeada y abusada por una sociedad binaria y patriarcal”. Por otro lado, la curadora menciona que el objetivo de la propuesta es visibilizar a la población LGBTI rechazando las imposiciones conceptuales de la sociedad occidental[4].

Ficha descriptiva del video

En el fragmento del video La violencia, sin embargo, no se muestra lo anteriormente mencionado, sino el abuso de una transexual sobre dos mujeres[5]. En este punto, saltan las siguientes preguntas: ¿Cuáles son los límites entre la reivindicación y la visibilización de una comunidad, en este caso la LGBTI, que, al mismo tiempo, invisibiliza las luchas reinvidicativas de las cholitas luchadoras de El Alto[6]? ¿Acaso hay una superioridad moral de un grupo frente al otro?  ¿Será que debemos aceptar acríticamente la violencia que se ejerce hacia las mujeres en está propuesta, ya que cualquier tipo de crítica a la misma nos presentaría como homofóbicos o transfóbicos? Por último, ¿Será que dentro de los colectivos LGBTI aún existen racismos, clasismos y demás formas de discriminación?

Foto secuencia del video La Violencia
Foto secuencia del video La Violencia

Si bien Sudaca quiere denunciar los hechos de violencia y odio que sufre la comunidad LGBTI en una sociedad binaria, machista y patriarcal; su propuesta resulta incoherente frente a los actos de violencia hacia la mujer, justo cuando Bolivia ocupa uno de los índices más altos de feminicidios y violencia de género en la región[7].

Estas imposturas, empero, se muestran, además de este video, en el maniquí con gasas médicas y jeringas que simbolizan el costo de alcanzar los estereotipos de belleza occidental. En caso de ser así, la propuesta debería estar sustentada en la práctica y no sólo en el discurso. Es decir, no deberían realizarse certámenes de belleza transexual, transgénero y transcholita en la comunidad LGBTI, puesto que reproducen cánones y estereotipos de belleza occidentales. Mas, aquí, entramos en un terreno tan sinuoso como complejo, pues las fronteras siempre restringen y censuran desde los márgenes de lo correcto y aceptable. Y esta crítica no pretende eso.

La propuesta de Andrés Mallo no sólo cae en la incoherencia, sino que recae en el dilema de la retórica y la realidad, al punto de presentar como un acto subversivo el casarse en el Museo Nacional de Arte[8]; cuando esté acto es similar a las nupcias de Álvaro García Linera y Claudia Fernández, en 2012, realizadas en San Francisco y Tiwanaku, respectivamente. Ambos casamientos se enmarcan en el discurso de la descolonización y, en consecuencia, en la revalorización de los rituales “ancestrales”, por un lado, y en la crítica a la imposición y aceptación de casamientos binarios –en el caso de la propuesta Sudaca–, por el otro. Pero convengamos que la lectura que se hace desde la sociedad hacia el museo es de un aprovechamiento institucional que se sustenta en un discurso contradictorio y vacío[9].

Álvaro García Linea y Claudia Fernández Valdivia, Tiwanaku, 2012 Fuente: Bolivia Te Vemos
Pablo Merino y Andrés Mallo, MNA, 2019 Foto: Andrés Mallo
Foto: Andrés Mallo

 

Fuente: Los Tiempos

Para terminar está entrega, rescato dos propuestas de la exposición. El primero es el documental de la población transexual en Bolivia –que debería haber sido montado en un lugar donde se escuche mejor– y, el segundo, la metamorfosis de los zapatos[10]. Todas las demás «obras» representan la decadencia del arte llamado contemporáneo y la falta de coherencia interna en sus propuestas, como también de las instituciones que las cobijan y de los comentaristas de arte. En estos dos últimos, de manera significativa, ha calado la postura populista y acrítica frente a lo que se presenta en un museo que, dicho sea de paso, es un espacio público y no exclusivo para un sector de la población, por más vulnerado que este o más político que fuese.

Foto: Andrés Mallo

Creo, además, que la propuesta de Andrés Mallo es sintomática, porque muestra a una sociedad miope y a un colectivo –el LGBTI, encabezado por Mallo– que se acerca a un discurso de conceptos tan caducos como contradictorios, cuando, en realidad, toda esta envoltura es innecesaria para desmontar las actitudes homofóbicas y transfobicas de la sociedad. En suma, la extravagancia de una propuesta como Sudaca y de un discurso maniqueísta, no es sinónimo de eficacia en la lucha por los derechos de la comunidad LGBTI, sino, más bien, todo lo contrario.

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[1] El sufragio para las mujeres en EEUU se aprueba en 1960, la lucha de los derechos de las diversidades sexuales comienza en 1970 y  la de los afroestadounidenses en 1986.

[2] Andrés Mallo es un activista por los derechos de la comunidad LGBTI. Estudió comunicación social y es parte de la familia Galán.

[3] Los mismos pueden ser vistos en su página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100004879904797 [18.06.12]

[4] Fátima Olivarez M, Sudaca [ficha curatorial], La Paz: Museo Nacional de Arte, 2019

[5] Otro punto curioso de esta propuesta es que la misma ya fue presentada en el Centro Cultural de España el 2016. Pero en esta presentación se mostraba un video de cuatro partes y no así de tres, véase en: Andrés Mallo/Alicia Galán, Proyecto trans trasformer. Disponible en su blog personal: https://aliciagalanblog.wordpress.com/2016/08/31/proyecto-chola-trans-transformer/ (18.06.19)

[6] Para conocer más sobre las cholitas luchadoras véase el documental de Maria Jobrani, The Fighting Cholitas, EEUU: Moto Films, 2006. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=BXpoBJmqS_g como también el de: Alexánder Avílov, La buena, la mala y el loco, Rusia: RT en Español, 2017. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=6SM6wRWjThY (18.06.19)

[7] Para ver todos los casos de feminicidio y violencia de género, revísese: https://www.paginasiete.bo/temas/feminicidio-1364.html y léase a Helen Álvarez, A cuántas mujeres más nos tienen que matar, disponible en: https://www.paginasiete.bo/ideas/2019/6/23/cuantas-mujeres-mas-nos-tienen-que-matar-221670.html (18.06.19)

[8] Acción que ya lo realizo Eduardo Ribera (Blue Box) en la Bienal del Siart el 2007, véase en Eduardo Rivera Salvatierra BlueBox, Hasta que la muerte nos separe. Disponible en su blog personal: https://deriberabluebox.blogspot.com/search?q=2007 (18.06.2019)

[9] Para tener una opinión contraria a la mía, véase las dos notas realizadas sobre la exposición en: Claudia Eid Asbúm, “Sudaca” Se abren espacios para exponer el “arte marica”. Los Tiempos, Sec. Cultural, 16/06/2019. Disponible en: https://www.lostiempos.com/doble-click/cultura/20190616/sudaca-se-abren-espacios-exponer-arte-marica?fbclid=IwAR0VpEvUwEMqyhNoDp8Jjdi77ri9Hp0ZCMRJMJz5WU_Xg2TvJv5s1Ww5TXs, y también en: Imagen Docs, Sudaca en el MNA. Disponible en: http://www.imagendocs.com/noticias/2019/05/3284/?fbclid=IwAR3ZcJY-RzIK_egwP2JYEqXhU2UG5X-EBVhPNsUkcz8_djkBAlqLYC675M4 (18.06.2019)

[10] En una línea recta se mostraba un par de zapatos blancos de recién nacido, luego unos zapatos color azul de un adolescente y de un hombre de mediana edad, finalizando con unos tacos punta alfiler color rosa. Todo esto se encontraba encima de un rectángulo blanco.

 

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