LOS OJOS CANSADOS DEL JURADO
[PRIMERA ENTREGA CRÍTICA AL SALÓN PEDRO DOMINGO MURILLO, 2023]
El 29 de julio, se clausuraba, en el Tambo Quirquincho, la 71° concurso del Salón Pedro Domingo Murillo. En comparación con las anteriores versiones, se contó con la firma de los jurados en el segundo catálogo digital que va de la gestión del Secretario Municipal de Cultura y Turismo, Rodney M. Miranda. Sin duda, un presupuesto que se desvió a alguna pasarela para una suntuosa entrada folclórica, que solo deja destrozos en la ciudad y, tal vez, alguna alegría para los que ven año tras años la misma entrada. Lo rescatable de esta versión, con relación a las anteriores, es que sabemos quiénes fueron los jurados. Aspecto que era más que un misterio; aunque, muchos sabíamos de entre voces quienes eran.
En esta versión, los jurados fueron la Dra. Valeria Paz Moscoso, el Arq. Mario Ibáñez Ibáñez, el Lic. David Villegas Argote, el Lic. Jaime Guzmán Canaviri y la Lic. Sharon Pérez Sillerico. En otras palabras, tuvimos un jurado que representa a las siguientes instituciones de formación artística UMSA y ANBA; faltó, sin duda, la UPEA, pues Paz representa a la UCB. Entre ellos se contó con 4 artistas (Ibáñez, Villegas, Guzmán y Pérez) y a un docente de teoría del arte (Paz Moscoso).
Hasta aquí, podemos sacar diversas hipótesis. Primero, que, entre los jurados, hay un mayor peso a la formación técnica que teórica. Segundo, que lo teórico no tiene ningún peso frente a la gran cantidad de artistas en el jurado. Y, por último, que se sigue viendo a la teoría como la quinta rueda del carro por los organizadores del certamen. Evidentemente, se podría contrargumentar mi postura señalando que un artista también es un teórico del arte; pero, no nos engañemos con tal artilugio. Sabido es que, en los institutos de formación artística de todo el país, las materias teóricas son insignificante e irrelevante. Por eso, hasta la fecha, no hay una escuela, instituto o universidad que ofrezca las materias de historia del arte o crítica del arte. Situación que se ve reflejada en la repetición constante de propuestas artísticas en exposiciones de todo el país. La técnica, como dijimos en una anterior crítica, no hace la obra y peor a un artista. Es la confluencia, por tanto, entre la teoría y la práctica que forma a un artista.
En un bosquejo general del trabajo realizado por el jurado de esta versión, podemos concluir que fue intermedio. Estuvo entre la línea fronteriza de ser estrictos y flojos. Lo estricto podemos apreciarlo en la cantidad de obras que entraron al Salón, pues de 124 propuestas entraron 46 (37% del total). Lo flojo, evidentemente, lo apreciamos en las obras ganadoras en esta versión del Pedro; sobre todo: en el Gran Premio, el Premio de Dibujo, el Premio de Pintura, el Premio de Escultura y el Premio de Otros Medios. En el Premio de Grabado, me parece, que de 6 obras presentadas no se podía tener los ojos cansados, aunque en las otras especialidades se ve que estuvieron con los parpados pesados.
La obra ganadora del Primer Premio en la especialidad de dibujo destinada a Harold Wilter Calcina Cruz, por ejemplo, es la misma propuesta que presentó el año pasado con el título menos rimbombante y era: ‘Maria’ (véase la página 35 del Catálogo 2022 y la página 23 del Catálogo 2023). De la misma manera, tenemos a la Primera Mención de Pintura del año pasado, que cayó en los hombros de Natalia Fernanda Montes Davalos, y que este año presentó una con la misma factura y temática (véase la página 11 del Catálogo 2021, la página 15 del Catálogo 2022 y la página 14 del Catálogo 2023). Por otro lado, tenemos las dos obras de Olga Mireya García Rojas. La primera es la que entró como dibujo, pero, en realidad, es técnica mixta. Habló de ‘Arrabal’ que no es grafito en polvo, sino acrílico. Una tomadura de pelos hacia los jurados. Pelos que se ven más evidente en su obra ganadora en Otros Medios: ‘Bochorno Congresal’. Título insuperable para calificar su “obra”, pues, es un bochorno. La falta de prolijidad, propuesta, temática, factura, etc., etc., son de un bajísimo nivel. Por estas razones, uno piensa que Otros Medios es presentar cualquier cosa, como ‘Inocentum’ de Lumen Silvia Auzza Barro, donde la estola está sucia y falta acabar las costuras propuestas. Creo, en este punto, que hasta un niño de jardín de infantes hubiera hecho un mejor trabajo sin la ayuda de sus padres. Pero estas dos “obras”, la de Olga García y Lumen Auzza no se meren ni el saludo de los buenos días.


















Donde el jurado se lleva la flor de la flojera absoluta es en la Mención en la Especialidad de Otros Medios, que se entregó a Gloria Velasco Gómez con ‘Pabellón 92’. En este “collage”, los jurados no solo no se fijaron en la mala factura, en el papel humedecido en todo el lado derecho de la obra, en la falta de prolijidad, sino que ni siquiera prestaron atención a la oruga de polilla con pelos urticantes en su cuerpo, que se encuentra en la “obra” merecedora de una mención por parte de los jurados.








Otro aspecto a criticar es que, desde la administración, debería hacerse una mejor programación para un evento tan relevante. Se podría sacar, por ejemplo, la convocatoria en febrero, hacer la difusión hasta mayo y recibir las obras en junio. Por lo mismo, llamar al jurado en julio y darles más días para la evaluación. Seguramente, si este concurso fuera de grupos folclóricos, la Secretaría de Cultura y Turismo, se tomaría las cosas más en serio. Pero, lamentablemente, es un concurso de arte y nada más. No importa, evidentemente para las autoridades, que sea el más antiguo e importante del país.
Los premios que dieron los jurados de la versión 71° del Salón Pedro fueron —como señala el catálogo— más por un compromiso con la normativa del concurso que con la calidad de las obras presentadas. Por nuestra parte, les agradecemos por ese trabajo, ya que hay menos obras para ser criticadas con mayor severidad. Algo que no hubo en la anterior versión (conformado por el jurado: Cecilia Lampo, Max Aruquipa, Douglas Rivera, Adamo Mollericona, Jhonny Quevedo y como veedora Julieta Ortuño †), donde, hasta la fecha, el ganador Hans Hoffman no hizo una exposición individual en el Tambo, así tampoco lo hizo el maestro Miguel Yapur que se llevó el Premio Obra de una Vida. Cosa que debería estar normado y penalizado. Por otro lado, tal premio debería extenderse a Gestores Culturales, Historiadores del Arte, Críticos del Arte, entre otros, para no premiar a un solo postulante.
En suma, todas las dificultades en la selección de las obras y en la premiación que puedo haber tenido el jurado no es pretexto para el pésimo resultado. Apelemos que fue por el cansancio de sus ojos y la premura de hacer otras actividades más importantes, ya que no se les hace ninguno. En fin, no podemos esperar nada con jurados que no se les paga. Mientras tanto, les dejó el catálogo y la primera entrega crítica al Salón Pedro Domingo Murillo, 2023.