LAS EXAGERACIONES

[TEXTO CURATORIAL CENSUDARO POR EL CENTRO DE LA REVOLUCIÓN CULTURAL PARA LA EXPOSICIÓN TAYPI UTASA EN LA CASA MUSEO GIL IMANÁ E INÉS CÓRDOVA, 2024]

En 1863, en Francia, ocurre un hecho sin igual. Napoleón III instaura, en la sala contigua donde se mostraban sus cuadros heroicos, el Salón de los Rechazados. En este salón aparecieron grandes artistas con obras que trascendieron la historia. Sucediendo dos acontecimientos importantes: el nacimiento del impresionismo y la llegada de la modernidad. 75 años después, en 1938, a 870 metros de distancia de París, Goebbels inauguraba —para decirlo de manera amable— la exposición de los artistas degenerados en Berlín.

Ambos sucesos tienen puntos en común. Por un lado, se muestra el rostro autoritario de las autoridades frente a la creatividad de los artistas; por otro, que el arte que elogia al poder y a los poderosos no trasciende el paso del tiempo y deja de constituirse en un documento para comprender la realidad histórica.

La Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia —que tiene como director a un archivista y licenciado en historia—, no comprende la importancia de respetar el trabajo de los demás y de los artistas. Manifiesto esto, porque el título de la exposición, el catálogo (realizado por Rolando Yujra, en toda su extensión) y el texto curatorial escrito por mi persona, Eynar Rosso, fueron modificados al antojo de la Fundación. (Cabe también mencionar que se entregó una carta el 14 de febrero del presente, solicitando información del porqué de las modificaciones. Carta que hasta la fecha no fue respondida. Adjunto carta).

En efecto, esto podría ser pasado de largo o ser comprendido como una lluvia de verano. De la misma manera, se puede agachar la cabeza y aceptar los lineamientos del Centro de la Revolución Cultura, dependiente de la FCBCB, pues: ¿Quiénes somos nosotros para señalar sus licencias creativas? No obstante, al ser recurrente este comportamiento, es necesario hacer un pronunciamiento público (cabe apuntar que se realizó las mismas modificaciones de textos con otras exposiciones; las cuales no mencionaremos para no causarles represión alguna por parte de la Fundación y el Centro de la Revolución Cultural).

Más aún, frente a estas irregularidades, debemos recordar las líneas escritas por Luis Oporto Ordóñes, en coautoría con Beatriz Rossells, señalando lo siguiente, en su libro: ¿Un país desinformado?

Desde el momento en que la mayor parte de las actividades estatales no se planifica debidamente a corto, mediano y largo plazo y menos se evalúa, puede considerarse que carecen de un sentido de responsabilidad, no sólo administrativa sino social. La irracionalidad consiste en la ausencia de unidad entre las actividades y los resultados, en el hecho de considerar normal la ineficacia, la falta de resultados óptimos [el respeto al trabajo ajeno, podríamos añadir] y las consecuencias que estos genera. No existe evaluaciones que determinen las responsabilidades o algún tipo de sanción.

Un país desinformado, ed. Plural.

En otras palabras, la ausencia de racionalidad, planificación, continuidad y responsabilidad social en la administración estatal son actos cotidianos, reiterativos y no tienen ningún tipo de sanción. Aparte de este comportamiento administrativo, también se ha violado el respeto a los que crean y elaboran su material para el público presente.

El guardar silencio, en efecto, es lo mismo que ser cómplice de estos actos que deben ser repudiados por todos. No es una casualidad, por eso, que el título de la exposición se haya llamado originalmente: ‘Tradiciones y Excesos’. Ambas reflejan el verdadero comportamiento de las autoridades en funciones. Su tradición es excederse en querer controlarlo todo y pensar que están por encima de la crítica. Aspecto que también se refleja en los carnavales. La tradicionalidad implica, lamentablemente, excesos. Excesos en el consumo exacerbado de alcohol; excesos en el folklorismo acrítico y reiterativo; excesos en los modos de preservar comportamientos penosos y bochornosos que se pueden ver en cada esquina; excesos en una marcha militar multicolor que llamamos ‘nuestros carnavales’ o ‘folklore nacional’.

La muestra del colectivo Taypi Utasa mostraba la relación entre la tradición y el exceso. Sus obras son el reflejo de lo excesivo de una tradición venida a menos, pues, los carnavales —como todos sus personajes — tienen dos caras. Por un lado, podemos ver la majestuosidad de complejas máscaras, trajes y bailes; pero, por el otro, sentimos la hipocresía de la hermandad, la irracionalidad campante, el cinismo religioso y la falta de respeto frente al otro.

PD: Hasta la fecha, los responsables del Centro de la Revolución Cultural, dependientes de la Fundación del Banco Central de Bolivia, no respondieron a la solicitud emitida para que aclarar la modificación del texto curatorial de mi autoría. Sin ser eso suficiente, imprimieron una cantidad de catálogos con el texto modificado que no se entregó el día de la inauguración. Semanas después, las mismas entidades, decidieron imprimir otro catálogo sin el texto curatorial que se entregó en salas de la Casa Museo Gil Imaná e Inés Córdova.

[ Embocadura ]

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