LAS AUTOEVALUACIONES EDUCATIVAS: ENTRE EL CASTIGO INMERECIDO Y EL PREMIO “MERECIDO”[1]
A pocos días para finalizar el primer bimestre en las escuelas de toda Bolivia, y, habiéndose implementado un nuevo método de calificación que ya cuenta con tres años y, en el cual, cada estudiante se califica a criterio propio en cuatro distintas áreas, las cuales son: ser, saber, hacer y decidir, es que pretendo analizar cuáles podrían ser los posibles problemas a largo plazo y, posteriormente, hacer una conclusión general del mismo.
Explico, entonces. El sistema educativo boliviano, por una parte, está adecuado para “estirar hasta donde se pueda” la calificación del estudiante que no tuvo un rendimiento académico aceptable – tal vez, estratégicamente, para tener más votantes irreflexivos y más mano de obra barata (hipótesis) –. Además, el Ministerio de Educación y, por extensión el Gobierno, exigen a cada profesor poner la nota mínima de treinta y seis por bimestre para aprobar a futuro. Todo esto debido a que no se puede perjudicar a los estudiantes, hecho que acarrea la falta, total o parcial, de dedicación y esfuerzo. Y en consecuencia se favorece la poca reflexión respecto de su reprobación académica. Provocando a largo plazo un ciudadano poco comprometido consigo mismo, con sus congéneres y con escasa o nula reflexión sobre su realidad. Ni qué decir de la actitud crítica frente a sus actos.
Por otra parte existen los exámenes de autoevaluación, donde los estudiantes se califican. Dando como resultado que se manifieste «la viveza criolla»; es decir, el ser oportunista frente a la ocasión. Ello beneficia al estudiante cuya falta de dedicación es inaceptable para su grado o nivel, desde la perspectiva académica; pero, es aceptable desde su propia perspectiva (probabilidad mayor) y por tanto se autoevalúa indebidamente; frente al estudiante honesto y con rendimiento eficiente que, desde la perspectiva académica es excelente, pero, el propio estudiante, sospecha y desconfía de sus aptitudes (probabilidad menor) y por tanto, se autoevalúa de la media para abajo. Es así que vemos como se privilegia al astuto por encima del honesto y en consecuencia, no se promueve la inteligencia creativa, reflexiva y crítica. En añadidura, acarrea que este estudiante con aptitudes se desanime, paulatinamente, viendo que aquél, por su osadía, avanza de grado.
Por tanto, podemos decir que este programa fue armado por personas astutas que ven con buenos ojos “la viveza criolla”, enalteciéndola, frente a la inteligencia creativa. Y ello lo vemos en su pleno esplendor en todas las instancias del Gobierno, ya que se premia al que robó y no se hizo “pescar”, y se castiga al que denunció. Aplicándose, metódicamente, el máximo mandamiento de la sociedad boliviana: premio al injusto, castigo al justo.
Todo este primer bloque lo podría denominar como: engaño sistemático por medio de las autocalificaciones. Al final de cuentas las autoevaluaciones no dicen, absolutamente, nada sobre los estudiantes y su desempeño académico. Sin embargo estos problemas no derivan, exclusivamente, del estudiante, sino, también, del profesor; pues éste no realiza las preguntas relativamente adecuadas. Y, por tanto, evalúa en las cuatro áreas, cosas por demás obvias. Por poner algunos ejemplos: con respecto al área evaluativa en el Ser: ¿Usted viene con uniforme al colegio? Más allá de la normativa del establecimiento, me pregunto lo siguiente: ¿Para calificar el SER de un estudiante, éste se mide a través del uniforme que usa? Para el Hacer se evalúa preguntando lo siguiente: ¿Usted tiene la carpeta al día? Más allá de las materias que requieren prácticas (matemáticas, física, química e incluso literatura) ¿Se puede evaluar el HACER de un estudiante por el cumplimiento de su carpeta? Y así sucesivamente.
En una conclusión sobre este segundo bloque podemos decir que las autoevaluaciones son un método ineficiente. Además que las preguntas que presentan los profesores son obvias y apelan a la respuesta cerrada: SÍ o NO. Por tanto se sigue enfatizando “la viveza criolla” y se elimina la inteligencia creadora.
Ahora, para ver que el problema es aún mayor, analicemos desde la perspectiva ecológica, por ejemplo. ¿Cuánto papel se gasta en las autoevaluciones (AE)? Hagamos una aproximación. Un escuela X en el centro de una ciudad con una capacidad considerable de estudiantes; pongamos como muestra todos los cuartos de secundaria, los cuales son ocho paralelos, cada uno de 45 estudiantes que, sumados, dan un total de 360. Ahora 360 estudiantes x 1 hoja de AE de una materia Y es 360. Ahora 360 AE´s por cuatro bimestres es 1440 por año, hagamos la multiplicación por dos, por tres, por cuatro años (total 34,560); luego, por cinco, por diez, por quince materias (total 518,400) y, ahora, imagínese las AE´s de todo un colegio, de dos, de cinco.., y así sucesivamente. El resultado: que en muy poco tiempo, Bolivia no tendrá Amazonia. Ya que, a este paso, el Desaguadero ha desaparecido, teniendo en cuenta que se gasta, más o menos, 10 litros para hacer una hoja A4 (fuente: UNESCO Water Footprint)
La conclusión general es que el consumo de energía (corteza de árbol y agua) no compensa el esfuerzo de todos los profesores y estudiantes para ejercer este método de calificación, que, al final de cuentas, es: innecesario, absurdo y perjudicial. Innecesario y absurdo, porque se califica lo obvio frente a lo establecido. Perjudicial, porque se enaltece la vivacidad del estudiante y se castiga la honestidad. Llegando como resultado a largo plazo la siguiente máxima: todo para mis amigos, la ley para mis enemigos. Para muestra, un botón.
1 https://www.eldia.com.bo/index.php?cat=162&pla=3&id_articulo=196861 [publicado el 20 de abril del 2016 en el periódico El DÍA de Santa Cruz de la Sierra/ Bolivia]