LA ROMANTIZACIÓN DE UNA CIUDAD

[CRÍTICA A LA EXPOSICIÓN ‘EL ALTO: CIUDAD VIBRANTE’ DE LA ABAP-EL ALTO EN LA ALIANZA FRANCESA, 2024]

El ascenso de políticas totalitarias y autoritarias en el norte de Europa se acentuó a través del rescate de tradiciones de la baja Edad Media, especialmente el Gótico, pero desde una tonalidad romántica. El ejemplo más notorio de ese majestuoso período, sin lugar a dudas, es el de Gaspar David Friedrich. El pintor que consagró sus horas a retratar el paisaje interior del hombre, convirtiendo sus lienzos en un manifiesto crítico frente al avance de la máquina de vapor que arrasaba todo, excepto con la severidad de la naturaleza.

Gaspar, el pintor del hombre que camina sobre el mar de nubes, es el máximo exponente de un romanticismo deísta, encarnado en sus tradiciones e inmerso en un corazón desgarrado por la vida. Las migraciones en la época de Gaspar eran más comunes de lo habitual, ya que el surgimiento de las ciudades-fábrica era una oportunidad para muchos campesinos y agricultores que buscaban mejorar su futuro.

David Gaspar Friedrich, El caminante sobre el mar de nubes, 1818

Algo similar ocurrió en la consolidación de la ciudad de El Alto. Esta ciudad fue originalmente una extensión de La Paz. Durante el proceso de relocalización de varios sectores, la privatización de empresas estatales y la migración interna entre los años 80 y 90, se produjo una ciudad dormitorio, donde el desplazamiento demográfico era continuo y dinámico. Una buena parte de los migrantes eran profesores jubilados del magisterio, docentes universitarios, mineros de clase media y baja, trabajadores fabriles y paceños que se establecieron en una nueva ciudad. Otro porcentaje eran migrantes que buscaban tener una casa cerca de la sede de gobierno, entre ellos, aquellos que pudieron obtener un préstamo de FOMBIS, Viviendas Sociales y Mutuales Financieras, entre otras entidades prestamistas.

La exposición ‘El Alto: ciudad vibrante’ en la Galería de la Alianza Francesa en apoyo a la ABAP-EL Alto, así como la 1era Feria Internacional del Libro en la estación Metropolitana y la exposición de la UPEA, se enmarca en la celebración de los 39 años de esta ciudad, y, por otro lado, en mostrar sus dinámicas internas y su producción intelectual y cultural. Lamentablemente, esta ciudad tan diversa como compleja se aferró, por parte de sus promotores culturales e intelectuales progresistas, a un romanticismo andinocéntrico y a un nacionalismo panaymaracentrista. Estos dos conceptos son una aplanadora cultural e identitaria para otros fenómenos artísticos, culturales e intelectuales.

Sin embargo, esto no se ve reflejado en la exposición realizada en la Alianza Francesa. Los cuadros, esculturas y fotografías presentadas son una repetición de lo que se podría ver en cualquier otra exposición, con cualquier otro título. Por ejemplo, el óleo pintado por Douglas Rivera que lleva el título ‘Pachamama’, se vio en su exposición ‘Alicia en los Andes’ de 2022 con el título ‘La Ñusta de Corazones’. Asimismo, el cuadro de José Bernardo Torrez con el título ‘Wayna Ajayu’, que se expuso como ‘Alas de vida’ en su exposición ‘Gráfica cromática en la estampa digital’ de 2023.

José Torrez, Alas de Vid
Wayna Ajayu

Se podría mencionar también los cuadros de Alejandro Sanz Santillán con ‘Tocapu’, Maximiliano Siñani con ‘71’ y Jorge Aranda con ‘Equilibrio’. Estas propuestas podrían estar fácilmente en una muestra de abstractos. Otras propuestas como ‘Wawitay’ de Gloria Quisbert, ‘Peldaños de tu luz’ de Damar Bitre, ‘Madre hilandera’ de Jaime Hector Pari y ‘Tunupa’ de Rubén Perales podrían estar en una exposición de retratos, neofigurativismo o arte religioso, respectivamente. En otras palabras, ¿qué expresan estas obras sobre la ciudad de El Alto? Según la curadora Alejandra Mendizabal, las obras expresan “una ciudad viva, en constante movimiento, en permanente vaivén de fluctuaciones”. En este punto, cabe preguntarnos: ¿qué ciudad no es así; es decir, viva, en constante movimiento y fluctuante?

Alejandro Sanz Santillan, Tocapu
Maximiliano Siñani, 71
Jorge Aranda, Equilibrio
Gloria Quisbert, Wawitay
Damar Bitre, Peldañoz de tu luz
Jaime Hector Pari, Madre hilandera
Texto curatorial de la muestra

Siguiendo el argumento de la curadora de la muestra, solo algunas obras entrarían en esa definición de la ciudad de El Alto, como ser ‘… en La Ceja’ de Adda Donato y ‘Tumulto 03’ de Mario Vargas. Las otras estarían más en la categoría de fotoreportaje de situaciones cotidianas, paisaje urbano y representaciones de personajes. En otras palabras, todo lo que podemos ver en cualquier otra ciudad. Posiblemente, la obra que se acerque más a una representación propia de la ciudad de El Alto sea la de Lucio Guarachi con ‘Qulliri (Curandero)’.

Adda Donato, … en la Ceja
Mario Vargas, Tumulto 03
Lucio Guarachi, Qulliri (curandero)

En suma, la ciudad de El Alto tiene contrastes tan diversos y propios que no están siendo explorados por los mismos artistas, intelectuales y escritores de esa ciudad. Una buena parte de las representaciones artísticas propias de esta ciudad, por ejemplo, son propuestas distorsionadas en el tratamiento técnico, cómodas en la reflexión iconográfica e iconológica y terriblemente repetitivas en la venta de la miseria y pobreza como canon estético. En el caso de los intelectuales, no realizan reflexiones ni investigaciones sobre los problemas latentes en la ciudad. Hasta la fecha no hay reflexiones sobre la relación entre el tiempo y el dinero perdido debido a los embotellamientos en La Ceja, tampoco hay investigaciones de corte crítico sobre las identidades homogéneas y mucho menos sobre la prostitución homosexual que ocurre en los apivideos, saunas y el barrio chino.

Dentro de las ofertas investigativas sobre las problemáticas que surgen en todo el radio del Reloj de La Ceja, la 12 de octubre, la Cruz Papal, las rieles en conexión con el teleférico y las inmediaciones de la plaza Juana Azurduy de Padilla, el resultado es igual a cero. Sería interesante, desde los parámetros estéticos, encontrar conexiones entre la literatura que se produce en esta ciudad y las representaciones plásticas. Por ejemplo: tener representaciones gráficas inspiradas en el libro ‘Ciudad Apacheta’ de Luis Raymundo Quispe Flores; uno de los escritores más interesantes de esta ciudad. Otra línea interesante de producción artística sería la realización de una estética inspirada en los carteles de los negocios comerciales, entre muchas otras.

No obstante, los escritores, intelectuales y artistas de esta ciudad, en las recientes exposiciones, se han concentrado en un solo tema: la construcción de la identidad panaymaracentrista y andinocéntrica con una orientación romántica y ultranacionalista focalizada en el sentimentalismo, la rebeldía y la heterofobia. Así podemos apreciarlo en los libros: ‘Tu envidia es mi ficción’, ‘Pensar El Alto. Tiwanaku moderno’, ‘Wiphalas, luchas y la nueva nación’, de la editorial Nina Katari, y en ‘Los hijos de Goni’ de Quya Reyna de la editorial Sobras Selectas, entre otras publicaciones recientes. Más allá de estas dos categorías —el panaymaracentrismo y lo andinocéntrico—, que son sumamente rentables para proyectos bien financiados y ocupar cargos gubernamentales, no hay nada nuevo bajo la ciudad que ahora tiene como límite el cielo.

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