HORACIO CAVALLERI Y SU PECADO CAPITAL
[CRÍTICA A LA EXPOSICIÓN DE FOTOGRAFÍA ‘LOS PECADOS CAPITALES’]
La prehistoria de la fotografía se remonta cuando Aristóteles afirmaba que, si se realizaba un pequeño orificio sobre la pared de una habitación oscura, un haz luminoso dibujaría sobre la pared opuesta la imagen invertida del exterior. Misma reflexión tuvo Euclides con la reflexión de la cámara oscura y la proyección rectilínea de la luz. Más tarde, un genio de trabajos inconclusos describiría la cámara oscura gracias al tratado del matemático árabe Ali ibn al-Hasan, conocido en Occidente como Alhazen, que estudió sobre la óptica. El genio del Renacimiento, en 1502, describe a detalle e ilustra en su códice el fenómeno lumínico de los rayos entrecruzados. Asimismo, fue el primero en introducir el concepto de lente y su aplicación en la cámara oscura.

En diferentes años, muchos otros fueron que empezaron a investigar sobre los lentes, la luz y la cámara oscura. En el siglo XVIII, por ejemplo, se produce un auge en la investigación de la luz y los cambios químicos producidos en diferentes materiales. Es así que, 1725, un científico alemán, Johann Schulze obtiene su fotografía a partir del ennegrecimiento de las sales de plata bajo el efecto de la luz. No será, empero, hasta 1824 que el francés Nicéphore Niepce obtendrá la primera fotografía permanente. Por ello, Niepce buscará al artista y empresario Daguerre, quien realizó la conocida vista titulada ‘Boulevard du Temple’. La imagen captada por Daguerre, en 1838, es considerada la primera fotografía en la que aparece una persona: un cliente de un lustrabotas, en el ángulo inferior izquierdo. Este tipo de fotografía toma el apellido de su creador para denominarse: Daguerrotipo. Proceso donde la imagen se consigue por sobre una superficie de plata pulida, en una exposición de 10 min, sin negativo. El inventor, en consecuencia, se vuelve famoso y recibe una pensión de por vida por el Estado Francés gracias a su descubrimiento.

Posterior a este invento se vive una daguerromania. Todos querían, en principios del siglo XIX, un retrato fidedigno de sí mismos. Hecho que provoca que los pintores sean cada vez menos cotizados. En el caso de Bolivia, la fotografía comienza, aproximadamente, a mediados del siglo XIX. Daniel Buck, un investigador estadounidense, sostiene que son los hermanos Charles y Jacob Ward, procedentes de Nueva Jersey, los que introducen el daguerrotipo a Bolivia en 1845. Posteriormente, está Mariano Pablo Rosquellas, un fotógrafo amateur, que funda en 1834, junto con otras personalidades de la época, la Primera Escuela de Artes de Bolivia en Chuquisaca por petición del Mariscal Andrés de Santa Cruz. Asimismo, Buck comenta que Tomás Frías —posterior presidente de Bolivia en 1874–1876— le compró al propio Daguerre un equipo con todos sus implementos.
Los fotógrafos más reconocidos del siglo pasado, sin embargo, son Luigui Gismondi y Julio Cordero en nuestro territorio. El primero es un italiano radicado en Bolivia que fundo su estudio fotográfico en 1907. Las imágenes de Gismondi fueron de presidentes y clases altas de la época. En contraposición, Julio Cordero, nacido en Pucarani, que aprendió el oficio de la mano de los peruanos Váldes en su estudio, retrató a las clases populares y sus acontecimientos sociales. Ambos, no obstante, se preocuparon por retratar nuestra historia y sus raíces.


Hoy en día, con la proliferación de los celulares y la democratización de la cámara fotográfica, podemos realizarnos todas las imágenes que queramos. Algo impensable al comienzo de la fotografía por sus altos costos. Si bien estamos en este paradigma de la democratización de la cámara oscura, el fotógrafo Horacio Cavalleri coloca su lente en la creación de una narrativa fotográfica y una puesta en escena que es propia del teatro. Su muestra, efectuada en la Alianza Francesa de La Paz, con un título sugerente como ser ‘Pecados Capitales’, enfatiza en tomar a la fotografía como un medio y no como un fin. Por ello podemos apreciar grandes composiciones centradas en el tenebrismo y en la recreación de conceptos como ser Lujuria, Pereza, Avaricia, Ira, entre otras.
Si bien en la actualidad podemos citar los nombres de diversos fotógrafos que se dedican (o dedicaron) al oficio como ser Julia Vargas-Weise (†), Roberto Valcárcel (†), Tony Suarez, Sol Mateo, Freddy Barragán, Wara Vargas, Patricio Crooker, Juan Quisbert, Satori Gigie, entre otros. Horacio Cavalleri, con una maestría visual, se aleja de los canones de la fotografía boliviana. El tenebrismo en el uso de la luz para presentarnos personas reconocibles de la escena paceña, así como de mensajes fuertes de los 7 pecados capitales, nos anima a seguir expectantes en ese ambiente habitado por seres infernales. Además, nos dispone a pedir más de su lente.








No obstante, Cavalleri, empieza a errar en su muestra con fotografías que salen de su misma propuesta. Esas son las que llevan por título ‘Negativos dos’, ‘Encierro onírico’ y ‘Mar de mis sueños’. Aunque las fotografías estén hermosamente representadas y ejecutadas, las dos primeras nos transportan a un mundo de sensaciones diferentes al que nos había invitado estando con ‘Pecados Capitales’ que se relaciona con ‘Mar de mis sueños’. Otro punto en contra de la exposición de Cavalleri radica en el enmarcado de sus obras que, por desatención o falta de tiempo, estaban onduladas y raspadas. Cosa contraria, por ejemplo, pasa con serie de obras ‘Negativos dos: Mar de mis sueños’ que se encuentran en el Centro Cultural Cacique Siñani.








En este espacio podemos observar algunas obras expuestas en la Galería de la Alianza Francesa, pero con un enmarcado diferente, con vidrio, a precios considerablemente más bajos y con la ficha técnica que nos señala 2021 como fecha de realización de las obras. Este hecho podría resultar insignificante; pero, no es así. Las dudas que nos saltan radican en que no entendemos el alza o la baja del precio de sus obras en uno u otro espacio; lo cual, tira hacia abajo el excelente trabajo de Horacio. Por otro lado, saltan diversas preguntas sobre el manejo de los espacios artístico-culturales con relación al arte y al espectador. Conjuntamente, podemos especular varias teorías al respecto. Aunque lo más probable esté enmarcado en el descuido del propio artista y de la curaduría. Esta parte crítica, empero, no desmerece el trabajo de Horacio. A lo sumo, contribuye a que conozcamos algunos de sus pecados.
