LAS FACETAS DE LA LUNA
[PRESENTACIÓN A LA EXPOSICIÓN DE LA VIDA Y LOS SUEÑOS DE LUNA MONLLOR]
La luna tiene varias facetas. Están las menguantes, las crecientes y las nuevas. En esta exposición encontramos a la luna llena. Aquella que aparece completamente iluminada y que, en efecto, dará paso a una nueva faceta del satélite natural de la tierra.
Comenzamos el recorrido con la luna menguante. Esa que muestran la mitad de su rostro y ocultan la otra mitad, al momento que un gato la observa por sobre sus hombros, para tentarnos sutilmente con una presa entre sus dientes o sobre la mesa. La luna nueva, en su siguiente fase, se acerca en la exploración de la máquina, donde los engranajes producen deseo mítico de sátiros y ninfas, erotismo zafírico y evangelio de rojos y azules dedicado al dorso desnudo de un Ingres egipcio y católico.



No es de extrañar que la luna —de ese Ingres egipcio y católico—, se transforme en un Magrite de ajíes picantes, con una chola paceña surrealista, en un paisaje de grava que nos recuerda a las ánimas. Tampoco debe extrañarnos que de Ingres a Magritte pasemos a La dama del gato al estilo de Leonardo Da Vinci. No obstante, entre la dama del armiño, dedicada al Duque de Milán, y la dama del gato del Conde de la acuarela, tenemos una mirada de diferencia. O… tal vez tendríamos que decir dos.


La mirada de la luna, como del gato entre sus manos, nos interpelan, nos cuestionan y nos retan. No es, por el contrario, una mirada esquiva, silenciosa, tímida. Asimismo, la serpiente que se posa en el frutero, decantando un vino sereno, que se derrama sobre la tela transparente de sus escamas. Provocando, efectivamente, el descenso del hombre-cuervo.



Es evidente que la luna, en esa caja de acertijos, cerrada en contraposición del ocaso, para formar un cuarto creciente, sale del fuego. Metáfora de tiempos nuevos o alegoría de su inquietante forma de trabajo. Luna Monllor, da vida a sus sueños. Y, como todo sueño en la vida, estos no son lineales, no tienen continuidad entre capítulo y capítulo; tal como si fuera una serie televisiva, donde esperamos el giro de tuerca o el desenlace de la escena cada domingo por la noche.


Sus imágenes son heterodoxas, porque no es ortodoxa en ideales inamovibles. Así como nuestro satélite natural que cambia y se transforma; Luna Monllor cambia y se transforma. No obstante, el cambio puede ser externo o interno. Ambos, como sabemos, tenemos que saber controlarlos. Un cambio interno nos tiene que empujar hacia adelante y, en contraposición, un cambio externo tenemos que saber manejarlo. La luna, por lo mismo, seguirá siendo luna, aunque las nubes de la noche la cubran. No obstante, podemos convertirnos en observadores impacientes frente a sus cambios de facetas. Mas, no dejará de sorprendernos.



Contemplamos a la luna llena y recorremos sus facetas. Esperamos, por tanto, en un corto tiempo, encontrarnos con una luna nueva, para contemplarnos con vida y sueños, y sueños en la vida.

